El relato de hoy es un tributo a los directores de sistemas (CIO, por siglas en inglés) que están librando las batallas contra la resistencia al cambio, restricciones presupuestales, aliados inexpertos, el paso voraz del tiempo, definiciones ambiguas, regulaciones, falta de compromiso de sus usuarios.... Soy testigo de que su liderazgo y profesionalismo son capaces de mover corporaciones desde pantanos hasta la cumbre más alta.
Imaginemos una travesía que representa un proyecto de TI en el que el CIO, con su milicia, sale de su pueblo en júbilo a emprender una aventura en la que conoce el des- tino, mas nunca ha recorrido el largo camino. El primer día del proyecto ha llegado y todo es felicidad... y miedo.
A los pocos días, el contingente se adentra en el bosque y encuentra al sabio duende al que convierte en su primer aliado y consultor, y al experto del bosque, equipado con hacha, que llena de confianza al grupo y ayuda a trazar la ruta. Aunque es más claro el camino, se evidencia que será más largo de lo que se había planeado.
Al paso de los meses, los soldados de la legión empiezan a desesperar y desistir. Empapados de resistencia al cam- bio, ellos deciden no caminar más y regresar, dividiendo y debilitando así su propio equipo, al mismo tiempo que atraviesa las horribles y oscuras cuevas del presupuesto que obliga a la tropa a frenar, resguardarse y esperar nuevamente la luz del sol para retomar la aventura.
Por fin llega la víspera de la batalla, y el gran líder en- seña a sus soldados sobre balística, artillería, hechicería y supervivencia; es el momento en que toma valor la capacitación y solo un pequeño grupo de centuriones se encuentra listo para el episodio final... Ha llegado el momento de librar la guerra que los libere de la obsolescencia.
El Go-Live (el arranque del nuevo sistema) sucede, desatando la furia de los dragones regulatorios, los gigantes competidores, los zombis usuarios y las brujas del pasado. Ese día de guerra en que reina el caos es también el día en que el CIO celebra con su legión el llegar al destino, donde toma una bocana- da de aire y saborea una copa de vino. Minutos después, se dispone a acompañar a su pueblo en su nueva vida.