Las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs), lejos de ser simples actores secundarios, son el principal pilar de las economías en gran parte del mundo. Tan solo en México, representan el 95% del total y dan empleo a más de 40 millones de personas, según cifras del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Por lo que su papel e importancia es clave para el impulso de cualquier país.
En este blog, abordaremos cómo logran sustentar las cadenas de valor y suministro, además de apoyar en la innovación y fomentar el consumo local.
Como en otras partes del mundo, las primeras PyMEs fueron talleres de artesanos o tiendas de comerciantes durante la época colonial, mismas que servían de soporte para el comercio local en las grandes ciudades como la Ciudad de México. Con el paso del tiempo, la independencia y la llegada de la revolución industrial, otras actividades, como la manufactura de piezas o los servicios profesionales, pasaron a ser terrenos donde los pequeños empresarios empezaron a prosperar.
Sin embargo, es hasta la década de 1950 que desde el gobierno se comienza a hablar específicamente de Pequeñas y Medianas Empresas en su conjunto, primero como un sector relevante en las actividades industriales y posteriormente extendiéndose por el resto de ellas y en 1978 se estableció el primer plan de apoyo oficial a este tipo de negocios.
En la actualidad el INEGI clasifica a las PyMES de la siguiente manera:
Sin embargo, estas cifras pueden variar ligeramente, dependiendo del sector, la especialización y el capital con el que cuentan.
Las PyMEs juegan un papel crucial en el crecimiento de la economía al fomentar la consolidación de nuevos sectores y mercados. Su agilidad y capacidad de adaptación les permiten explorar oportunidades de negocio innovadoras para mantenerse competitivas en un entorno en constante evolución. Asimismo, al estar presentes en diversas regiones del país, contribuyen a descentralizar la actividad económica, reduciendo las desigualdades y fomentando un desarrollo más equitativo y sostenible.
En cuanto a la generación de empleo, las PyMEs no solo brindan oportunidades laborales - en la mayoría de casos la primera-. Su capacidad para establecer redes de colaboración y sinergias con otras empresas, permite el fortalecimiento de los mercados locales, además de generar las condiciones que permiten la innovación y el desarrollo tecnológico en diversos sectores.
Por último, es importante destacar que las pequeñas y medianas empresas son los principales impulsores del Producto Interno Bruto (PIB) representando en México el 42%. Resulta interesante observar cómo este porcentaje se incrementa notablemente en áreas rurales, donde las grandes empresas no logran tener el mismo impacto económico.
Como empresas que se encuentran en crecimiento, las PyMEs se enfrentan a diversos retos que pueden dificultar sus operaciones y flujo financiero. A continuación algunos de ellos:
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